23 de marzo de 2012

ESPERANDO AL BRETAGNE


Durante años, desde la mañana en que su abuelo le llevó a ver el primer barco que inauguraba aquella línea marítima, ir a ver atracar o zarpar el ferry, entreteniéndose muchas veces en ver cómo coches, caravanas y camiones entraban o salían de sus bodegas, se convirtió en una costumbre a la salida de clase. Pero nunca acudió a los muelles con tanta emoción ni tanto interés por verlo, como cuando desde la terraza de la estación marítima vio llegar, enfilando la canal, al Bretagne, tan diferente al viejo Quiberon, en su escala inaugural.

2 comentarios:

  1. Son coincidencias de la vida pero...un amigo mío que por cierto parece tu mellizo por el parecido contigo tanto físico como intelectual y conocimientos...ha ejercido de capitán de Barco de la Marina Mercante. Contándome algunas aventuras...una vez de mar muy revuelta y fuertes zarandeos del barco... golpes en todo su cuerpo quedó lesionado y su estado es de jubilado por accidente.
    Todo es bonito cuando se ve de lejos.
    Un abrazo.
    Goriot.

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    1. Nunca he negado, Goriot, que mucho del atractivo y romanticismo que vemos en ciertas profesiones, son producto muchas veces de nuestro desconocimiento. Pero no, no seré yo quien tenga la vida en la mar como una vida dura, aun en estos tiempo, de largas ausencias y del continuo peligro que es el mar.

      Un abrazo.

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