27 de septiembre de 2011

METRO A METRO


Estos días atrás de nuevo ha vuelto a aquella ciudad que sigue sin conocer; a aquellas calles que, en vez de llevarle, la mayoría de las veces le pierden por el camino y a aquellos túneles del metro, por los que desde la primera vez que fue se mueve como topo por su madriguera. Pero ese convertirse en un ser subterráneo, que sale a la superficie sólo a respirar o porque sólo allí se encuentra el destino final, no es algo nuevo, ni reciente, sino que le acompaña desde el siglo pasado; aunque era otra la ciudad entonces, otros los vagones, entrañablemente amarillos, y otros los aromas y sonidos. 

2 comentarios:

  1. ¿Y tú sabías que la primera y única vez -al menos que yo recuerde- que subí en el metro de esa ciudad fue en tu compañía?
    Ale, sin firma...Soy anónimo: a ver si sabes quién soy!

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  2. Jo, Anónimo, pues me estás haciendo pensar ahora más de lo que he pensado escribiendo esta pequeña historia. Pero como no recuerdo haber subido al metro de esa ciudad que aún no conozco en compañía de otra persona que no hubiera subido antes por su cuenta, pues diré que... eres tú. Ahora, quién se esconde tras ese pronombre, me lo callo, jajaja.

    Saludo o besos, escoge lo que más te apetezca.

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