Cuando llega el primer espectro, el de las Navidades Pasadas, el señor
Scrooge, ejem, perdón, el señor Rajoy, le está esperando despierto, ajeno al
miedo, para cargarle la culpa de todos los males que como cadenas arrastra su
negocio, ejem, perdón, su país.
Cuando llega el segundo espectro, el de las Navidades Presentes, despierta
y se alegra al verlo: es Frau Merkel. ¿Cómo tenerle miedo, si es quien más
defiende las medidas correctoras con que el señor Scrooge, ejem, perdón, el
señor Rajoy, lleva viento en popa su país, ejem, perdón, su negocio?
Complacido y contento con la visita de los dos espectros anteriores, cuando
llega, terrible y oscuro, el Espectro de las Navidades Futuras, y tomándole de
la mano le muestra lo que está por venir, y le lleva ante la galería de
Expresidentes del Congreso, a ver aquel retrato, cuya placa reza sin piedad:
Mariano Rajoy 2011-2019, un horrorizado señor Scrooge, ejem, perdón, no, un
sosegado y sereno señor Rajoy le agradece a aquel espectro haberle mostrado el
futuro. "¿Sólo ocho años?", se pregunta. "¡Ocho años!". Y sin arrepentimiento
alguno, nuestro protagonista se vuelve a La Moncloa y torna al plácido sueño de
los justos.
A la mañana siguiente es Navidad y todo sigue igual. Aquellas visiones que
hubieran espantado a cualquier mortal, al señor Scrooge, ejem, sí, al señor
Scrooge le hicieron entender que debía ser mejor. Pero al señor Rajoy la visión
terrible de aquel retrato, ejem, sólo le ha convencido de que las urnas le darán
la razón en todo lo que hace.
Y por la calle, multitudinario y compungido cortejo fúnebre procesiona
hacia el cementerio. Os lo imagináis, ¿verdad? ¡El pequeño Tiny Tim ! Sí, sus
padres despilfarraron todo su dinero en él: en medicinas, en comprarle una silla
de ruedas, en suplir la rebaja en el grado de dependencia que el Espectro de las
Navidades Pasadas le concedió, en pagar la hipoteca eternizada más allá del
desahucio.
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