No lo recuerda, pero siempre se lo oyó contar a sus padres. Siempre oyó que cuando nació, los médicos no consiguieron que llorara y apenas sí que comenazara a respirar, y que sus primeros días de vida fueron días llenos de debilidad, en los cuales la alegría se confundía con la preocupación por aquel ser diminuto y desvalido, que como un vampiro necesitaba de la sangre para aferrrarse a la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario