Pasa las hojas sin prisa, cuando la ve en el periódico, allí, a miles de kilómetros, con su chaqueta de punto, con su pelo levemente rizado y el pañuelo al cuello. Y en ese mismo instante comprende que se acaba de enamorar de ella. Pero no es verdad, se engaña, y él lo sabe. Son sólo sus recuerdos los que se empeñan en hacerle ver en la chica de esa foto lejana de un periódico todo lo que podría recordarle a aquella otra, la primera que le enseñó cuánto dolor cabe en un corazón roto.
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