Cae la tarde, y allí, sobre la cubierta de vuelo, invitado junto a algunos otros visitantes, asiste al arriado de bandera. Es una ceremonia solemne, casi íntima -apenas el capitán, cuatro marineros presentando armas y dos más arriando y recogiendo la bandera, participan en ella-, roto su silencio sólo por la voz apresurada del capellán a través de la megafonía. Y recuerda, tantos años atrás, entonces desde el muelle, el arriado de bandera de seis buques de la Armada Alemana, y el eco del himno alemán suspendido en el aire.
Yo, que no entiendo mucho de barcos ni de banderas ni de ceremonias en general, me imagino que ésta no debe variar mucho de un país a otro salvo por el himno, claro está.
ResponderEliminarY por supuesto, por la lengua; porque al capellán, aunque hable apresuradamente, lo entiendo si es en castellano, pero como hable en alemán....entonces tendría que buscarme un traductor o un profesor de alemán ;)
Pues no, belkis, no deben de variar mucho estas ceremonias de un país a otro; pero si no la emotividad, sí la pompa que daba a la ceremonia alemana el himno, es algo que faltó por completo en la ceremonia española, sobriamente silente.
ResponderEliminarUn beso.
Esto de las ceremonias con bandera y entorno militar siempre me ha dado miedo, supongo que porque me recuerda a momentos algo menos "pacíficos". No se .. no creo que fuera a ninguna, antes nos obligaban
ResponderEliminarNinguna duda me cabe, Calle59, de que lo que uno vive determina muchas cosas. En tu caso una cierta aversión; en el mío, al menos en lo referente a la Armada, un profundo cariño.
ResponderEliminarY es que desde que tengo memoria, me recuerdo de la mano de mis padres -¿quién sabe si arrastrándoles yo a ellos?- subiendo a buques de guerra -aunque nunca pude a un submarino, quizás porque a esos se baja, jajaja-. Y siempre vi en ello, sobre todo cuando eran buques de otras armadas (francesa y alemana, mayormente), una entrañable muestra de amistad en tiempos de paz.
Un beso. Y a tus pies me rindo con honores.